Agujero De La Capa De Ozono. Qué Es y Como Reducirla.
¿Quién no ha escuchado alguna vez la existencia del agujero de la capa de ozono? Ese agujero que hay sobre la Antártida causado por las emisiones que genera el ser humano.
Es posible que sea uno de los primeros efectos observados del impacto que provocamos en el planeta. Así como uno de los primeros efectos que se trataron con normativas mundiales hasta estar cada vez más cerca de solucionarlo.
Pero vayamos por partes.
Qué es la capa de ozono y dónde se encuentra
El agujero realmente no es un agujero y se encuentra en la capa de ozono. Esta capa se sitúa en la estratosfera, a su vez una de las capas que forman la atmósfera que envuelve el planeta.
La capa de ozono se sitúa entre los 15 y los 50 km de altura sobre la superficie terrestre y contiene el 90 % del ozono presente en la atmósfera. Su grosor cambia según la zona del planeta: en los polos es más fina y en el ecuador es más grueso.
Su función es vital para la vida en la Tierra: absorbe la radiación ultravioleta que llega al planeta y nos protege de los efectos nocivos que tiene esta radiación. Sin la capa de ozono, no habría vida en la Tierra.
En la atmósfera existe una segunda capa de ozono, pero esta no tiene la misma función ni tiene un agujero. Esta segunda capa se sitúa en la troposfera (la parte baja de la atmósfera), entre la superficie y los 10 km de altura.
Precisamente el hecho de que esté cerca de la superficie puede suponer un riesgo para las personas cuando hay altas concentraciones, generando tos e irritación en la garganta y los ojos. Pero no queremos hablar de ella, si no de la que tiene un agujero.
El agujero de la capa de ozono
Los primeros indicios de la presencia del agujero en la capa de ozono sobre la Antártida se tuvieron en los años 80. Los científicos Joe Farman, Brian G. Gardiner y Jon Shanklin fueron las personas que hicieron público el descubrimiento del agujero. Más tarde también se descubrió otro agujero más pequeño en el Ártico.
Sabemos que antes hemos dicho que realmente no es un agujero y os diremos el por qué. Lo que vieron los científicos fue una disminución del ozono en la Antártida del 50 %, lo que daba la apariencia de agujero. Y en el Ártico encontraron una disminución, aunque no tan exagerada. Pero nunca ha desaparecido del todo el ozono en las zonas polares.
Así que, realmente, el agujero de la capa de ozono en la estratosfera es un adelgazamiento anormal de la capa. Y decimos anormal porque el grosor de esta capa varía: crece durante la primavera y se recupera durante el invierno.
Como las estaciones ocurren en meses diferentes según el hemisferio, tenemos que:
- En la Antártida el agujero crece entre septiembre y octubre y se recupera a partir de diciembre.
- En el Ártico crece entre marzo y abril y se recupera a partir de junio.
Aunque este fenómeno se produce de forma natural y en la atmósfera también hay compuestos que destruyen el ozono también de forma natural, el agujero se produjo por un aumento de sustancias químicas que aceleraron la pérdida de ozono. Y los humanos fuimos los culpables de emitir estas sustancias.
Causas de la destrucción de la capa de ozono
Las sustancias que causaron la aparición del agujero fueron varias, pero sobre todo dos tipos concretos de compuestos que se emitían en grandes cantidades: los clorofluorocarbonos (CFC) y los hidroclorofluorocarbonos (HCFC).
Estos compuestos se usaron principalmente como refrigerantes para aires acondicionados y neveras, así como en los espráis y aerosoles. También eran habituales para fabricar productos desechables, como vasos y platos.
Los CFC y los HCFC se descomponen en la estratosfera se descomponen por acción de la radiación ultravioleta y, al romperse, interactúan con el ozono, que desaparece.
Aun así no son los únicos compuestos: también los óxidos de nitrógeno emitidos en la quema de combustibles fósiles reaccionan con el ozono y favorecen su disminución. Incluso fenómenos como los incendios forestales, cada vez más habituales debido a la crisis climática, también contribuyen a agrandar el agujero de la capa de ozono.
Consecuencias de la destrucción de la capa de ozono
La desaparición del ozono en la estratosfera por culpa de estos compuestos significa la pérdida de protección frente a la radiación ultravioleta. Esta radiación es la misma de la que nos protegemos en verano cuando tomamos el sol mediante el uso de cremas protectoras.
Sin el ozono, el efecto de esta radiación sobre nuestros cuerpos, y sobre el de todas las especies animales y vegetales, sería mucho más dañino, hasta el punto de causarnos enfermedades como el cáncer de piel.
Pero no solo afecta a nuestra piel, sino que también puede provocar problemas oculares, alteraciones del sistema inmunológico, disminución de las cosechas, alteración de los ciclos de floración de las plantas, disminución del fitoplancton marino, aumento de la contaminación en la troposfera (la capa de la atmósfera más cercana a la superficie) y aumento del ozono en esta misma capa (que ya hemos dicho que puede ser perjudicial para nuestra salud).
Además, el aumento de la radiación ultravioleta también está relacionado con el cambio climático, pues parece que contribuye al aumento de la temperatura y favorece cambios en el clima y el régimen de lluvias, principalmente en el hemisferio sur.
La lucha para la reducción del agujero de la capa de ozono
Por suerte, el descubrimiento del agujero y los grandes riesgos para la salud y el planeta que supone una mayor radiación ultravioleta lograron la movilización de todos los países en 1985. Ese año se aprobó y firmó el Convenio de Viena para la protección de la capa de ozono, organizado por la ONU.
Esta convención fue el primer paso para la redacción del Protocolo de Montreal en 1987, el documento más importante para evitar el crecimiento del agujero de la capa de ozono y que permitió controlar la producción y el uso de casi 100 sustancias causantes del agotamiento del ozono.
Entre esas 100 sustancias están los CFC. Gracias a ello, su uso ha ido disminuido con el tiempo hasta quedar prohibidos aunque varios países siguieron usando CFC de forma ilegal durante varios años más.
Los otros compuestos que habíamos mencionado, los HCFC, se han seguido usando porque la regulación no fue tan estricta. Hasta 1992 no se planteó su eliminación, que se prevé para 2030 en los países desarrollados y 2040 para los países en desarrollo.
Además, un tercer tipo de compuesto que se ha visto que también afecta gravemente, los HFC, no han tenido una regulación hasta 2016, cuando se firmó la Enmienda de Kigali, una modificación del Protocolo de Montreal que incluye un plan de eliminación para esta sustancia.
La recuperación de la capa de ozono
Gracias al Protocolo de Montreal, las emisiones de compuestos con potencial de agotamiento del ozono disminuyeron. Al haber menos gases, el impacto en la capa fue menor y se observó cómo el agujero crecía más lentamente.
Con el tiempo, el agujero no solo no creció, sino que hasta empezó a reducirse. Y ahora se espera que la capa de ozono esté recuperada en gran parte del planeta para 2040. Para la recuperación total aún faltarán otros 40 años, cuando se habrá cerrado del todo el agujero sobre la Antártida.
Esta es la primera vez que se demuestra la efectividad de una regulación ambiental a nivel mundial y demuestra que es necesario un trabajo conjunto para hacer frente a problemas presentes y futuros como la crisis climática.
De hecho, la recuperación de la capa de ozono contribuye también a mitigar el aumento de temperatura, minimizando los efectos de la crisis climática.
¿Podemos ayudar a la capa de ozono?
Aunque el Protocolo de Montreal se ha confirmado como una medida muy positiva, desde casa también podemos ayudar a la recuperación de esta capa tan importante.
Algunas de las prácticas que podemos llevar a cabo son:
- Comprar productos locales y de quilómetro cero
- Reciclar y separar los residuos correctamente
- Usar productos de limpieza sostenibles
- Evitar el uso de espráis y aerosoles
- Comprar bombillas de bajo consumo
- Disminuir el uso del vehículo privado
Como veis, son medidas que contribuyen a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y de residuos generados que también ayudan a luchar contra la contaminación y la crisis climática. Y son medidas bastante fáciles de aplicar.
Desde Ecólatras creemos que todo el mundo puede contribuir para que la capa de ozono se recupere completamente y se minimicen los efectos de la crisis climática. Deseamos poder decir en 40 años que el agujero ya es historia.